26.8.07

Habitando en Extranja

"No digo que me sintiera superior a ellos pero sí extranjero, no de un país conocido sino de Extranja, la inmaterial zona de los inadaptados. Ni siquiera me acoplaba al «estar en el mundo sin ser del mundo», porque mi alma, cual pájaro exhausto volando sobre las aguas de un diluvio, no tenía paradero. Si como intelectual estaba aprendiendo a morir, ningún sitio en la ilusión podía servirme de puerto. Lo real –aquello que no comenzaba ni terminaba–, por impalpable , por indiferente, no tenía nada que ver con mi vida, vida que en un noventa y nueve por ciento era antisocial…"

Fragmento de el libro llamado El maestro y las magas, de Alejandro Jodorowsky.

16.8.07

Buscando las antípodas




Recuerdo que, cuando era pequeño, soñaba con cavar el agujero más hondo del mundo, que soñaba con alcanzar las antípodas.

Recuerdo que, cuando iba a la playa, cavaba con ilusión y brío, soñando con, quizás, cumplir mi sueño.
Recuerdo que, cuando los derrumbamientos de arena demoraban mi objetivo, no ralentizaba el proceso, porque se había hecho dueña de mí la bizarría, asida por la ilusión.
Sólo impedía mi proceso la llamada de unos padres que estaban esperando por su hijo para marcharse a casa.
Recuerdo que, en las circunstancias en las que se me presentaba el momento, maldecía a mis padres, ya que tenía sabido que el crecimiento de la marea acabaría con mi obra.
No obstante, al día siguiente reanudaba mi tarea, que se prolongaba durante toda mi estancia.

Hoy, mucho tiempo después de mis experiencias pueriles citadas, he vuelto a la playa. Estaba disfrutando de mi estancia: el sol bañaba mi piel, la brisa marina me embriagaba... Además de darme unos baños y disfrutar de las vistas que se me presentaban, esos cuerpos bronceados por el sol de estío que dejaban poco que imaginar a una mente perversamente imaginativa.
Pero ha habido una imagen que ha captado mi atención y me ha, en cierto modo, conmovido. Ante mí se hallaban sentados en la arena dos niños: un niño y una niña. El niño, aparentemente un año mayor que la niña -ella tendría alrededor de tres años-, la rodeaba a ella por el hombro, y parecía contarle cosas sobre el mar, quizás alguna leyenda o experiencia.

De repente me vi imaginando al niño contarle a la niña su ilusión por alcanzar las antípodas mediante un agujero que atravesara la tierra de lado a lado, y a la niña contestándole que a ella también la encantaría, y que quizás podrían hacerlo juntos.
De repente vi que los niños se habían levantado y se habían metido en el agua, sorprendiéndome de mí mismo por haber relacionado a aquellos chiquillos con mis ilusiones infantiles.

Y, acto seguido, recordando cómo había estado yo disfrutando del paisaje de playa, me di cuenta de que cuanto más grandes se hacen las personas, menor es su ilusión, y mayor es su perversión. Quizás ya sea tarde para soñar con agujeros que atraviesan el planeta, y sea hora de intentar plantar cara a todos los problemas. Intentar ser más responsable, más consciente, menos inocente. Quizás sea hoy el día de dar el giro que tanto tiempo vengo necesitando. Quizás sea hoy el día de marcar rumbo, y de cambiar.

No obstante, me sorprendí cavando un agujero, con intención de ahogar mis pensamientos. Eso sí, esta vez fui yo quien me levanté, sin petición alguna que me reclamara.//


Sé que tengo cosas mejores, pero hoy no se puede pedir más.

9.8.07

Me sobra la vida

Me sobran los versos que emanaron algún remoto día de la pluma del anónimo poeta.
Me sobran los finales felices donde triunfa el amor, y donde todo lo demás se asemeja al triste halo de un sollozo reprimido.
Me sobran las cálidas caricias de los amantes inéditos que se desnudan, pudorosos, en otoñales tardes de asombro mutuo y deseo consumado.
Me sobran los susurros embriagadores, las palabras tabúes hondamente confiadas al oído del bienaventurado y jubiloso joven, procaz.

Me sobra la vida, que, carente de sentido para el desventurado carente sentimental, se me asemeja absurda, insípida, incoherente.

Me sobra la vida.
Me falta el amor.//

Vuelta y vuelta a empezar.