23.5.07

Las doce del mediodía

El reloj de la plaza tocaba las doce del mediodía cuando abrí la puerta de mi habitación. Percibí un cálido olor de guisado de carne, que siempre había sido el favorito de mi hermano.
Mi hermano llevaba siete años trabajando en Alemania, ya que, supuestamente, en casa las cosas no iban bien, y de vez en cuando nos venía bien una ayudita.
Para mi sorpresa, mi madre tenía los ojos llorosos, y preparaba el guiso con un desánimo absoluto.
"¿Va a venir Pedro, madre?", pregunté tímidamente.
"Sí, hijo mío", me contestó.
"Entonces, madre, ¿por qué lloras?".
Pese a que esperé, no obtuve ninguna respuesta. Sin embargo, la contestación deseada me sería revelada muy pronto, para mi pesar. De repente se abrió la puerta principal, y se oyó la voz de Pedro, mi hermano, por el pasillo.
Acudí a recibirlo, y me encontré con su mirada, la mirada tímida de un hermano que viene a ver a su familia por razones no lúdicas. La mirada de un hermano con pena, desesperación y duda. La mirada de un hermano suplicando ayuda.
"Hola", saludé. "No es necesario que me lo digas", me precipité, cambiando la expresión de su rostro.
Resulta que en el mismo instante en que me había encontrado con su mirada, me había dado cuenta de que eran las doce, que mi hermano estaba en casa, y mi madre no estaba trabajando.
Mi mente se aventuraba por el borde de un abismo, un abismo cuyo fin era la desesperación, y no la duda.
Mi padre estaba muerto, y yo todavía estaba con el pijama puesto.//

Para que luego digan que no hay comedias en este blog.

5.5.07

Soñaste y perdiste

Soñaste su piel, sus manos, su boca.
Soñaste su pelo y lo alcanzaste. Soñaste con volar junto a ella a paisajes inéditos, sin fronteras oponibles al amor que irradiaban tus huesos.
Te viciaste de ella y llegaste a convencerte de que era tuya, de que te pertenecía, perdiendo así el último soplo de sensatez que dejaban ver tus pocas luces.
Dejaste de ser persona, y te convertiste en feroz y soberbio.
Creaste tu propio juego con tus propias normas, haciendo ver siempre que eras tú el que perdía, el que sufría, quien más amaba.
Y te hiciste víctima de tu propio juego, jugando a creerte tus propias mentiras, manipulando a quien se te antojara. Manipulándote a ti mismo.
Y ahora lloras.
Tu propio juego se desvanece, se rompe, rompiendo consigo todos tus falsos esquemas, los que te sustentaban en esta dura vida.
Perdiste lo que más necesitabas, aún dudando de si era lo que más amabas.
Y ahora lloras.
Nadie además de ti se cree tus mentiras, todos juegan a hacerse los engañados, engañándote a ti sin que te percates lo más mínimo.
Y ahora lloras.
Nadie quiere jugar contigo. Estas completamente solo. Sólo te queda una salida: la muerte.
Tu último esfuerzo puede salvar más de un alma. Sálvalas.//

Dedicado a mi anónima favorita. Inspirado en quien se dé por aludido.

2.5.07

Gota a gota

Se miró en el espejo y vio todos sus antiguos ideales despedazándose uno a uno antes de caer por un abismo.
Se miró en el espejo y vio todos sus sueños convirtiéndose uno a uno en temores.
Se miró en el espejo y vio todos sus miedos convertidos ya en desgracias.
Se miró en el espejo y se vio a sí, convertido en ente insensibilizado por los temores, carcomido por la avaricia, taciturno por sus miedos e ilusiones.
Se miró en el espejo y ya no se vio a él, sino que vio a la persona en la que había temido convertirse tanto tiempo atrás.

Y tras tanto tiempo en vilo, lloró. Lloró sus últimos momentos de vida, mientras su vida se desvanecía gota a gota. Mientras, gota a gota, su sangre teñía su puño, teñía su mano, teñía su ropa.//

Y dejó de sentir, una vez más.