23.9.07

Un final feliz

Tenía ante él una cuartilla sin escribir. Su compostura, encorvada. Una vieja estilográfica forrada en madera en su mano derecha, tambaleándose al compás que marcaban los movimientos de su muñeca. Como único sonido, el silencio.

Tenía ante él una cuartilla por escribir. Su mente, dubitativa. Tenía en la mente un centenar de pensamientos que esperaban ser escritos, que se tambaleaban al compás que él mismo marcaba con su muñeca. Como único sonido, el torrente de ideas que fluía por su mente. Como única criba, una idea:

"Esta vez habrá final feliz. Esta vez ha de haber final feliz."//

Torrentes de ideas que se manifiestan en textos destartalados.

21.9.07

Buscando no buscar

"-¿Qué podría decirte, oh venerable? -replicó Siddhartha-. ¿Quizá que buscas demasiado y que a fuerza de buscar ya no encuentras?
-¿Cómo así? -preguntó Govinda.
-Cuando alguien busca -dijo Siddhartha-, suele ocurrir que sus ojos sólo ven aquello que anda buscando, y ya no logra encontrar nada ni se vuelve receptivo a nada porque sólo piensa en lo que busca, porque tiene un objetivo y se halla poseído por él. Buscar significa tener un objetivo. Pero encontrar significa ser libre, estar abierto, carecer de objetivos. Tú, honorable, quizá seas de verdad un buscador, pues al perseguir tu objetivo no ves muchas cosas que tienes a la vista.
[...]"

¡Cuántas cosas habrán sido perdidas por buscar otras!
Fragmento del libro Siddhartha, de Hermann Hesse (para variar).

7.9.07

Que se callen los poetas esta noche

Que se callen los poetas esta noche, porque hoy soy yo el que puede ver las estrellas.
Que se caigan cada una de las estrellas, porque la única digna de su protagonismo es la luna, que acorralada está por las titubeantes luciérnagas.
Que se vaya la luna, esta noche quiero ver el sol, y que me ilumine, que me desinhiba de este perecedero ensimismamiento.
Que salgan las nubes, que le pongan la guinda a mi querido cielo, desnudo.
Sí, y que el viento juegue con ellas, que ese baile sí que agrada hasta al más temible inconformista.
Que la brisa acaricie mi cara; y, que, al vaivén de mis pensamientos, me susurren los árboles, me sonrían las flores, se me deslicen los versos.
Que el vespertino viento me adormezca, y me despierte el ocre color de una invernal puesta de sol.
Que caiga la noche. Quiero oir el canto de los grillos, que juntos se lamentan, que juntos despiertan.
Que se callen los poetas, y que también me calle yo, para que esta noche sea perfecta.//

La perfección me espera a tan solo unos cuantos quilómetros.