algo, que existo, que cuando el aire sale de mí es distinto que
cuando entró, que soy visible, que soy protagonista del sueño de
alguien, y que ese alguien es también protagonista del mío, que
alguien me está mirando la espalda, que soy feliz, que el tiempo
no me importa aunque lo aproveche plenamente.
Levanto la cabeza y sé que el suelo sigue debajo de mí, que en
mí el aire cambia y que existo y soy visible. Me he creído mis
propios sueños. En realidad, ni hay protagonistas, ni nadie me
mira; ni soy feliz, ni aprovecho el tiempo.
Y me doy cuenta de lo ridícula que puede llegar a ser mi
existencia, esclavizadora.
"¡A la mierda!", me digo. Y vuelvo a agachar la cabeza, y a
creer en los sueños, que al menos, por breves instantes, me dejan
vivir la vida como yo quiero; sin fronteras ni límites, sin tabúes,
sin sufrimiento.//
Lo malo es que vuelvo a levantar la cabeza. Siempre.